Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
CRÓNICA DE LOS REINOS DE CHILE



Comentario

Capítulo XXXIX


Que trata de cómo habida la victoria lo hicieron saber al general Pedro de Valdivia e de lo que hizo llegado a la ciudad

Habida la victoria, dieron inmensas gracias a nuestro Señor por tan grandes mercedes como les había hecho y victoria que les había dado. Luego el teniente hizo mensajeros al general, dándole a entender y cuenta del suceso y victoria que por mano de Dios y ayuda del bienaventurado apóstol señor Santiago hubieron.

Y sabida la nueva por el general, mandó a su maestre de campo que luego mandase cargar de bastimento a todos los indios yanaconas, y se viniesen con toda brevedad, porque él se partía por la posta a remediar y animar con su presencia. Luego lo puso por obra para ver a sus amigos y hermanos que tenían necesidad.

Allegado a la ciudad le dio muy gran tristeza verla quemada y los españoles heridos. Y admirándose de ver tan gran mortandad en la plaza y calles y patios de las casas, luego mandó el general hacer grandes hoyos y enterrar todos aquellos indios muertos. Y vista la ciudad de la suerte que estaba, dio muchas gracias a nuestro Señor, consolando a los españoles les habló en esta manera:

"Excelentes varones, para contrastar a fortuna tan contraria y para tan gran necesidad sacad fuerzas de flaquezas, porque éste es merecer para con Dios, pues veis claramente que nos tiene y sostiene y defiende con su mano. Ya vemos, estando tantas veces sin otro remedio sino el de Dios nuestro Señor, nos favorece y nos ampara y tristes nos alegra, abriéndonos harta, y entre nuestros adversos nos defiende, así agora, y siempre que tuviéremos firme fe y confianza en su gran misericordia, gratificará vuestros inmensos trabajos y remediará nuestras adversidades. Su Majestad tendrá noticia y gratificarnos ha, y con más liberalidad nos hará las mercedes tan bien merecidas.

"Por tanto, señores y hermanos míos, me parece que se entienda reedificar nuestra ciudad y estar recatados. Y démonos a sembrar y criar, y no esperemos que los naturales nos lo den, ni nos lo darán, ni de ellos lo habemos de haber. Tomemos ejemplo de los romanos que por esta vía y camino, contrastando a fortuna haciéndose a los trabajos, sojuzgaron y señorearon el mundo. Más justa y más cierta es nuestra razón, pues lo hacemos con celo de cristiandad, ensalzando nuestra Santa fe católica y ensanchando nuestra religión cristiana, pues en ello ganamos gloria para el ánima y descanso y quietud para el cuerpo, pues haciendo esto, hacemos como varones. Tengamos como os he dicho, esperanza y confianza a nuestro Señor Jesuscristo e reedifiquemos esta ciudad a su santo nombre y sustentemos esta tierra. E yo por lo que a mí toca y a todos, procuraré con toda diligencia enviar por socorro a Pirú, porque tantas necesidades no se padescan".

Dichas estas y otras razones que convenían, se animaron todos los españoles y luego se pusieron con ánimo deliberado a todo el trabajo que les podía venir y dijeron que mandase su merced que ellos estaban prestos para obedecer.

El general se lo tuvo de parte de Su Majestad en señalado servicio y les prometió en su cesáreo nombre muy largas mercedes, y de su parte por lo que le tocaba, se lo agradecía, diciéndoles que Su Majestad, sabidos sus trabajos, se lo gratificarían y les harían otras mayores mercedes andando el tiempo y perseverándoles servir.